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Sexo, mentiras y videojuegos [NB Opinión]

Cuando los medios tradicionales atacan.

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No sé si a ustedes les pase, pero cuando me topo con que un medio de comunicación convencional editorializa sobre temas escandalosos de los videojuegos, me pongo ansioso. Se debe, creo, a que mucho de lo que se diga o escriba en esa columna, cápsula o debate, podría ser tomado como una verdad absoluta por algunos receptores.

La ansiedad se incrementa cuando el reportero, columnista o anfitrión no se toma la molestia de consultar a una persona conocedora del tema para presentar la otra cara de la moneda. No utilizo el término “experto en videojuegos” porque, vamos, cualquier hijo de vecina puede autoproclamarse como tal, pedir que lo presenten de esa manera y decir una sarta de disparates.

Menciono todo esto porque el sábado pasado me topé con la columna El Sexódromo, de Verónica Maza Bustamante, en la versión en línea del periódico Milenio. El texto se titula “Erotismo: el último tabú de los videojuegos”, y el sumario reza: “Sangre a borbotones, tripas, sesos, humillaciones, violaciones, todo está permitido en los videojuegos, menos las expresiones eróticas”. Atrapó mi atención pero también la ansiedad anunció su llegada.

A continuación les presento el texto de Verónica con acotaciones mías para ahondar en detalles y hacer algunas aclaraciones. Sí, se aproxima una muro de texto, pero prometo hacerlo lo más divertido posible.

Es curioso lo que sucede con los videojuegos: desde que surgieron los primeros, toda representación de violencia y la interpretación del dolor como un medio de expresión plástica han sido totalmente válidas;…

Ok, detengámonos ahí antes de arrancar. Sí, la violencia existe en los videojuegos al igual que en el resto de los medios, pero no era algo que estuviese presente “desde que surgieron los primeros”, al menos no como lo está ahora.

Sin importar cuál consideres como el primer videojuego o juego interactivo de la historia, Tennis for Two, Spacewar!, Tic-Tac-Toe, Computer Space o Pong no involucraban la temática de la violencia. Está bien, podemos argumentar que una nave que le dispara a otra puede considerarse violencia, pero no estaba representada de la manera en la que los gráficos lo permiten hoy en día. Continuemos.

…los protagonistas pueden “echarse al plato” a chorromil personajes usando pistolas, cuernos de chivo, armas galácticas, cuchillos, golpes, bombas o hasta, como en Fatality, darles un golpe en la cabeza y sacarles la columna a sus adversarios, ganando puntos por la “hazaña”.

Vero, llamaron los 80; quieren que le devuelvas sus puntos. El argumento de que los videojugadores decapitamos enemigos, despedazamos alienígenas o tenemos relaciones homosexuales élficas con el único fin de ganar puntos, está muy gastado. Me da la impresión de ser un recurso usado por personas que no conocen del tema o no han tocado un videojuego desde que Pac-Man reinaba.

Sí, todavía hay juegos que llevan un conteo de puntos por ser necesario para el género (Shoot’em ups, rompecabezas/acertijos, peleas) o tienen una modalidad extra donde se fija una puntuación a las acciones, pero decir que lo hacen por los puntos se me hace arcaico. Les creería más si dijeran que lo hacen por el logro/trofeo.

Aun así, me gustaría dejarles unas preguntas que les agradeceré me respondieran en sus comentarios: ¿Hacías el Fatality con el afán de obtener puntos o por los lulz? ¿Por qué sí o por qué no? Seguimos.

Sangre a borbotones, tripas, sesos, humillaciones, violaciones, todo está permitido en los videojuegos, menos las expresiones eróticas.

La premisa básica del texto de Verónica. Lo que me llamó la atención y me atrajo a leer su columna. Sin embargo, no sé si yo mencionaría la violación como algo “permitido”. Aunque han habido videojuegos que abordan el tema de la violación, como Custer’s Revenge, RapeLay, Edmund o Phantasmagoria, no es algo que se vea regularmente en los títulos mainstream, posiblemente por lo delicado y escabroso del tema.

Con la excepción de Phantasmagoria – distribuido por Sierra, publicado en PC, Mac y Sega Saturn, y con buenas críticas en su momento – el resto de los títulos que menciono pasaron con más pena que gloria. Custer’s Revange es considerado uno de los peores juegos de la historia, RapeLay es un juego muy japonés que pertenece a un género nicho, dentro de un nicho, que está en un nicho [Inserte música de Inception aquí], además de no ser comercializado legalmente en Occidente (salvo por ese incidente con Amazon), y Edmund es un juego independiente de esos que, sin ánimos de ofender, pretenden ser artísticos.

Efectivamente, la violación ha estado presente en los videojuegos, pero, repito, no me atrevería a mencionarlo como la norma dentro de este medio. Ok, sigamos.

Basta una escena muy velada de un encuentro erótico como la que se muestra en Mass Effect, de la empresa BioWare, que sugiere una relación lésbica entre una alienígena y una humana (hay que aclarar que el juego no incluye deliberadamente dichas escenas, sino que existe la posibilidad de provocarlas —como revela el portal de internet VX—, pues en principio el protagonista que las viviría es un hombre, pero al ser posible personalizar por completo el sexo y apariencia de los personajes al principio del juego es posible dar lugar a dichos encuentros), para que el título sea catalogado como una producción llena de morbo gratuito.

Este párrafo me gustó. Verónica consultó a nuestros amigos de Vida Extra para aclarar que en Mass Effect el jugador puede elegir el género del personaje principal y además tiene la posibilidad de provocar las escenas eróticas. En otras palabras: las escenas sexuales son enteramente opcionales; si el jugador decide no continuar la trama romántica de la historia, jamás se percatará de éstas.

Me agrada que Verónica haya aclarado eso porque, cuando Faux Fox News hizo su escandalito de que Mass Effect 2 era pornográfico, no se dieron el tiempo (o no quisieron darse el tiempo) para consultar a Electronic Arts, BioWare o a periodistas especializados y dar una opinión informada. Sigamos.

Por detalles como éste, las empresas han sido muy cautelosas al momento de colar imágenes que vayan más allá de besitos o caricias supermustias. Algunos videojuegos, como Grand Theft Auto, se han atrevido a llevar a sus jugadores hasta table dances y a que contraten los servicios de prostitutas con las que después le den vuelo a la hilacha en un auto que no revela detalles, pero se sacude como poseído.

Aquí mezcla un GTA con otro, pero bueh, está bien; no dice nada que no sea cierto. Aun así, para aquellos que me están leyendo y no están familiarizados con el tema, estas acciones en GTA, como las escenas sexuales de Mass Effect, son opcionales y no son necesarias para terminar el juego… o hacer puntos.

Sin embargo, Jairo Calixto Albarrán (gran conocedor de este mundo relativamente desconocido para mí) me revela que hace tiempo fue posible conseguir el modo Hot coffee para el Grand Theft Auto: San Andreas, que permite que los personajes tengan sexo entre sí; los jugadores pueden modificar el ritmo del coito y elegir el ángulo de la cámara, lo que transforma el juego de autos en una parodia erótica en donde los personajes masculinos tienen sexo con los pantalones puestos y los femeninos sin ropa.

Y volvemos al inicio.

Jairo, qué bueno que hablaste con Vero sobre el Hot Coffee en GTA: San Andreas, pero no la friegues mano, pásale el dato completo.

Hot Coffee es un mod o modificación creada por usuarios en 2005 para la versión de PC de San Andreas. Este mod te permitía jugar un minijuego sexual que, de otro modo, sería completamente inaccesible en el juego regular. Resulta que Rockstar North, los desarrolladores del GTA: San Andreas, desactivaron el código de Hot Coffee pero lo dejaron almacenado en los discos, por lo que los modders pudieron reactivarlo con facilidad.

Inicialmente, Hot Coffee sólo se podía acceder en la versión de PC, pero después, con ayuda de modificaciones en los archivos que guardan tu avance, fue posible verlo en las versiones de PlayStation 2 y Xbox.

Rockstar retiró el juego del mercado, fue reclasificado en Estados Unidos de M (mayores de 17 años) a AO (Adultos Solamente), y posteriormente recibió su clasificación original cuando se lanzó la versión del juego que ya no incluía el código de Hot Coffee.

Entre otras aclaraciones: GTA no es un “juego de autos”; es un juego de mundo abierto o “caja de arena” en el que el jugador puede explorar libremente un escenario virtual y realizar distintas actividades. Hot Coffee no convertiría al juego en una “parodia erótica”; el título parodia el estilo de vida y la cultura pop estadounidense en distintas épocas, por lo que, lógicamente, toca temas como la carga sexual de los medios, la industria de la pornografía, los clubes desnudistas y la prostitución, pero no son los únicos, ya que hay muchos otros temas que se abordan en la historia del juego.

Para finalizar este segmento, ¿“los personajes masculinos tienen sexo con los pantalones puestos y los femeninos sin ropa”? No, ambos salen con ropa. Para quitarles la ropa a las novias de Carl “CJ” Johnson, el personaje principal y único que podía tener relaciones sexuales, se requería de otro mod.

En 2005, la entonces senadora demócrata por el estado de Nueva York, Hillary Clinton, anunció que daría una conferencia de prensa para “discutir soluciones legislativas para alejar a los jóvenes de contenido inapropiado en los videojuegos”, aludiendo a informes que le llegaron del GTA: San Andreas.

Así es. Junto con otros senadores, entre ellos el republicano Joe Liberman, la ahora Secretaria de Estado de la Unión Americana, propuso el Acta para la Protección del Entretenimiento Familiar, con la que se buscaba que el Estado reforzara la clasificación de los videojuegos, a cargo del Entertainment Software Rating Board (ESRB), para evitar que “contenido inapropiado” llegara a mano de los pequeñines. Pero no paso nada. El acta nunca se volvió ley y Hillary no le dio continuidad.

Cabe señalar que, en ese año, la senadora Clinton buscaba su reelección en el senado, la cual ganó en Noviembre de 2006. Sólo lo menciona para dar contexto, no estoy sugiriendo nada ¿eh?

La cuestión es que siempre habrá un niño cerca del Wii, del Nintendo, del Xbox que, por desgracia, no esté bajo la supervisión de sus padres o cuidadores, y que pueda aprender o simplemente ver cosas que no entienda, que lo lleven a malinterpretar acciones, a creer que tal o cual situación es positiva cuando en realidad no es así (y me refiero lo mismo a “matar de a mentiritas” que ver a una pareja copulando).

No me meteré en detalles de que “el Wii” y “el Nintendo” son lo mismo porque el resto de lo que escribe Verónica es realmente el meollo del problema.

Cabe señalar que los juegos con violencia extrema, temas sexuales, desnudos y uso de drogas, alcohol y tabaco, reciben, casi de manera automática, la clasificación M por parte de la ESRB. Sí, es un órgano estadounidense, y las advertencias impresas en la caja están en inglés pero, como lo comentó mi compañero ALX, “es cosa de sentido común, de querer saber que juegan nuestros peques”.

Eso sin olvidar que las tres consolas de la actual generación cuentan con controles parentales para evitar que se reproduzcan ciertos juegos de acuerdo a su clasificación, reducir el tiempo de juego y limitar la actividad en línea, entre otras opciones.

Esta cuestión suele levantar ámpula y por ello las empresas están enfocando su entusiasmo erótico en los adultos. Ubisoft lanzó a principios de este año Party Night, videojuego para Wii anteriormente conocido como We Dare. El juego consiste en ir pasando, una tras otra, hasta 40 pruebas y minijuegos eróticos como comer manzanas boca a boca, carreras de azotes, bailes sensuales e incluso es posible retar a los oponentes a realizar un striptease. Hasta cuatro jugadores pueden disfrutar de la partida de manera simultánea.

Los que ya lo han jugado dicen que está aburridillo. Que 15 minutos después de empezar ya la cosa se repitió y aunque puede servir para romper el hielo al inicio de una velada, no pasa de ahí. Claro, los jugadores quisieran llegar a situaciones más excitantes que pudieran llevar a la realidad tras dejar el control, las cuales nunca aparecen.

¿Ya salió We Dare? ¿En serio? El título de Ubisoft sólo fue publicado en Europa y dudo mucho que alguien lo quiera importar. La verdad, el problema con ese juego fue su publicidad, la cual, por cierto, fue bloqueada de YouTube por la misma Ubi para que los americanos no pudiéramos verla.

En cambio, en Anime Noir (proyecto de Playskins que aún no sale a la venta), los jugadores deben usar sus poderes de seducción para poder disfrutar del cibersexo con otras personas. “En este juego, el objetivo es seducir —dice Melinda Klayman, una de las diseñadoras del juego—. Se trata de un lugar donde se pueden desempeñar roles y participar en actividades de cibersexo, es decir, todo lo que se hace en cualquier sala de chat”. Sus creadoras esperan vender el juego a los propietarios de sitios de todo el mundo que deseen agregar elementos que aumenten la cantidad de tiempo que el usuario permanece en el sitio.

Ok, ¿por dónde empezar?

Puedo apostar media colección de comics a que Vero obtuvo esa cita de Melina Klayman de esta nota publicada en Axxón, que a su vez es una traducción del texto original de Wired publicado el 8 de Mayo de 2002, hace casi una década. Anime Noir es era un juego de rol en línea para PC en el que, como la cita lo dice, el objetivo era seducir a los demás personajes, controlados a su vez por otros usuarios.

¿Qué pasó? Pues nada, al parecer el proyecto nunca despegó. Melinda fue convocada por la Universidad Nacional de Singapur para participaren la Cyberarts/Cyberculture Research Initiative (CCRI). Posteriormente, tras su regreso a los Estados Unidos, ocupó el puesto de directora de Desarrollo y Comunicación para Leonardo, La Sociedad Internacional de Artes, Ciencias y Tecnología. Actualmente es gerente sénior de proyectos en Sony.

Por cierto, la página de Anime Noir en Playskins ya no funciona. Pueden checar más info del mencionado juego, “que aún no sale a la venta”, con nuestros colegas de Meristation.

Algo semejante está haciendo la empresa ThriXXX, especializada en animación porno 3D, la cual, utilizando la consola de Microsoft Kinect (una maravilla que detecta el movimiento de sus usuarios y se está usando incluso en propuestas artísticas de vanguardia), de Xbox, hace que el avatar que cruza la pantalla sea solamente una mano que acaricia a chicas guapas en diferentes ambientes, estimulando su libido digital. El desarrollo de este juego está en sus etapas iniciales, por lo que tarde o temprano el avatar podrá ser total y el simulacro sexual entre hombre y software concretará su fusión de forma verosímil.

Aunque es una carnada muy tentadora, no caeré en el juego de Kinect, “una maravilla que detecta el movimiento de sus usuarios y se está usando incluso en propuestas artísticas de vanguardia” y mejor me concentraré en el tema en cuestión. Ah, pero eso sí, Kinect no es una consola, es un aditamento.

Esta nota la reporté el año pasado y como lo mencioné, es un prototipo que se logró al usar drivers para controlar la cámara, OpenCV, Windows 7 y Kinect. Los juegos sexuales interactivos de ThriXXX se publican digitalmente para PC. La demostración técnica que usa Kinect, llamada 3D Sex-Sim, es sólo eso, una demostración técnica. Creo no equivocarme al escribir que 3D Sex-Sim jamás llegará oficialmente, en formato físico o descarga digital, a la Xbox 360; al menos en occidente, Japón es otro boleto. Sería una pesadilla legal y de relaciones públicas para Microsoft.

El detalle que, en este caso, alerta: la videoconsola de Kinect está equipada con dos cámaras, incluyendo una infrarroja, lo que permite a los usuarios interactuar con el Xbox 360 sin hacer contacto físico, esto hace que pueda funcionar como una máquina de espionaje, ya que transmite datos, y con este tipo de juegos sexuales podría eventualmente convertirse en una máquina de pornografía infantil.

Todo este párrafo queda invalidado ya que los videojuegos sexuales como el que menciona Verónica no están – y seguramente nunca estarán – disponible para Xbox 360 con Kinect. Sobre el espionaje y la privacidad de los usuarios, Alex Kipman, director de la tecnología Kinect en Micrsosoft, aseguró que ninguno tipo de dato es enviado a la compañía y que, de haberlo, se hace de manera anónima y bajo el consentimiento del usuario.

En cuanto a lo de “una máquina de pornografía infantil”… ¿eso qué? ¿Quiere decir que a través de Kinect los niños van a tomarse fotos y videos para enviarlos a depredadores? Volvemos al tema de la falta de supervisión por parte de los padres, el cual la misma Verónica tocó líneas arriba.

Ahora, no quiero ser alarmista ni encender una carrillera de cohetes, pero para enviar material inapropiado por internet a personas desconocidas no se requiere de Kinect, basta una computadora con webcam, un teléfono inteligente o una tablet con cámara para lograrlo. No lo estoy tomando a la ligera, pero si vamos a espantar a la gente al demonizar a Kinect, deberíamos de informar cuáles son todos los dispositivos que tienen capacidades similares

En Japón, país en donde el anime es el rey, existe una corriente de videojuegos eróticos llamado eroge. Surgió en plena década de los ochenta, cuando el país del sol naciente intentaba competir cara a cara contra las creaciones informáticas que llegaban de Estados Unidos. Había por esos días una computadora lenta y anticuada a comparación de otras gringas, llamada NEC PC-8801, la cual estaba quedando en tercer plano hasta que los japoneses decidieron impulsar la creación de software erótico exclusivo para esa plataforma. Como dicen en el mencionado portal VX, “el nacimiento oficial del videojuego erótico fue en el ordenador menos preparado para ello”. Las ventas del NEC empezaron a crecer rápidamente y llegó a convertirse en una de las computadoras más populares de la época.

Bueh, el tema del eroge es harina de otro costal que da para su propia columna, ya que involucra cuestiones culturales, económicas y de idiosincrasia que no necesariamente aplicarían en países de occidente. Si les interesa el tema, pueden checar el texto de Dani Dandil en Vida Extra, de donde Verónica tomó la cita.

Hoy en día, dentro del eroge existen diversos subgéneros que marcan el tipo de historias que contar y el modo de interacción que el juego propone. El “pero” en este asunto es que comenzaron a surgir juegos que proponían al usuario raptar y violar a indefensas féminas de cuerpos voluptuosos, con lo que se inició también una discusión de los límites que deberían establecer las empresas de eroge, aunque los juegos estuvieran dirigidos al público mayor de edad.

Verónica no lo menciona por su nombre, pero puedo asumir que se refiere al eroge RapeLay, de Illusion Soft. La desarrolladora asegura que su juego sólo está disponible en Japón para usuarios mayores de 18 años, pero eso no evitó que un genio lo pusiera a la venta a través de Amazon.com, poniéndolo al alcance del mercado estadounidense, británico y europeo.

Claro que cuando personas del gobierno, activistas y organizaciones no gubernamentales de esas regiones se enteraron de la existencia de un juego que simulaba una violación, pusieron el grito en el cielo y demandaron que se prohibiera su venta. Tal fue la controversia que las quejas llegaron a oídos de medios tradicionales japoneses. La presión se dejó sentir en Japón al grado de que Illusion Soft retiró el juego de su página.

Como información adicional, Illusion Soft (liga NSFW), al igual que Thrixx (liga NSFW), sólo publica juegos para adultos con temática sexual para la PC. Ninguno de estos juegos están disponibles para las consolas caseras o portátiles creadas por Microsoft, Nintendo y Sony.

Como verán, la línea entre lo permitido y lo prohibido en el erotismo de los videojuegos es muy delgada.

No, no creo que sea delgada. Creo que está claro que cualquier aspecto sexual que aparezca en los videojuegos, más allá de besos, caricias y semidesnudos, será más criticado que violencia desmedida, a menos que se trate de violencia sexual.

En mi opinión, los desarrolladores pueden salirse con la suya en cuanto a violencia se refiere, pero en el primer momento en que deja ver un pezón femenino o hay un desnudo frontal masculino, las antorchas y los trinchetes se empiezan a levantar. Si algo le aprendí a South Park es que la gente se ofenderá más con un desnudo que con la violencia.

Pienso que si puede afectar a los niños, lo mejor sería mantenerse al margen de escenas tres equis o que les den una idea equivocada de cómo es la vida sexual. Pero de la misma manera, también debería existir control en el nivel de violencia, porque he visto a niños pequeños jugar cosas que a mí me provocan pesadillas, y hablar de armas como si se tratara de cartas de la lotería.

Creo que esto está claro desde el principio y sin importar el medio. Si no dejarías que tus hijos vieran Pulp Fiction, ¿Por qué los dejas jugar Grand Theft Auto IV? Si no los vas a dejar jugar Duke Nukem Forever por la alta carga sexual y semidesnudos, ¿por qué los dejas ver la telenovela de las 8:00 p.m.? Si no lo dejas jugar God of War III, ¿por qué lo dejas leer el periódico vespertino? Intercambie con libros y música al gusto.

El control en el nivel de violencia los tienen los padres, no el Estado, no una ONG, no una organización religiosa. En el momento en que dejamos que una de estas entidades nos diga qué podemos y qué no podemos ver/leer/jugar/escuchar, perderemos nuestras libertades y nos pondremos a su merced.

Además, lo que a Verónica le puede provocar pesadillas, seguramente a mí no y viceversa. Sí, sé que se trata de niños y requieren de más cuidados, pero para eso están sus padres. A mí me provoca nauseas el reguetón, pero no por eso voy a pedir que lo prohibían para que no lo escuche ni baile el resto de la gente.

¿Con juegos así, cómo podemos y queremos mantenerlos alejados de la violencia real, cotidiana, que nos rodea?

Se les tiene que enseñar la diferencia entre la realidad y la fantasía, educarlos sobre las consecuencias que traen consigo sus actos y decisiones en la vida real. Y no sólo revisar y supervisar lo que juegan en sus consolas, sino saber qué leen en sus libros, qué ven en la televisión, qué observan en el cine, qué páginas visitan en internet, qué hacen con sus teléfonos inteligentes.

Pero eso implica mucho trabajo y, la neta, qué hueva. Mejor que lo eduque el Nintendo mientras yo sigo con mis cosas.

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