Las personas que idearon el Toepener merecen ser declaradas verdaderos genios de la humanidad. Así como el resfrío común aún no tiene una cura específica, tomó hasta el 2011 que a alguien se le ocurriera un concepto tan sencillo como necesario para abrir las puertas de los baños públicos sin contraer los miles de gérmenes presentes en sus manillas: una manilla adicional a nivel del suelo para jalar con el pie.
Con un valor de US$50, cada baño público debiera instalarlas. Quizás con un poco de matemáticas, sumando los kilómetros de papel higiénico que algunos usan exclusivamente para abrir la puerta (no considero los miles de litros de agua porque uno esperaría que sigan lavándose las manos luego de ir al baño), estos aparatos probablemente se pagan solos en el mediano plazo.
Ruego porque el Toepener (o al menos su concepto), se masifique ¡YA!
Link: Foot-Handle for Public Restrooms (Neatorama)
