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Los gamers también lloran [NB Opinión]

No todo es explosiones y balazos… hay espacio para lo sentimental.

Era domingo por la noche, ordenábamos nuestro el calendario de trabajo y después de un cambio (propuesto por mí) sabía que tenía que tener una columna de opinión para el martes 5 de octubre.

Realicé tal propuesta debido a que tenía una columna lista desde hace un par de días y -como es la ley de Murphy- el documento se perdió (duh!). Comencé entonces a deambular entre ideas, a pensar en conceptos y propuestas, en qué diablos tendría para hoy. Cuando ya era lunes en la tarde y simplemente no se me ocurría nada, me dije ‘a ver cine, tal vez algo sale más rato’. Vi la cinta argentina El Secreto de sus Ojos y, cuando empecé a emocionarme y a derramar alguna lagrimilla, supe qué debía hacer: escribir sobre emociones.

Aviso: Spoilers en videos.

Antes de comenzar, asumo derecha y dignamente que me emociono con facilidad: ando con el corazón bajo la manga (como dicen los gringos). Gracias a la cinta, hice memoria de cuáles habían sido los momentos y secuencias de gamelandia que más me han emocionado… y -para comenzar- retrocedí hasta poco más de 10 años.

Eran los comienzos de 1999 y llegó a mi poder Klonoa: Door to Phantomille para PlayStation. A pesar de que me pareció simple, simpático e infantil, le di una oportunidad y lo jugué completito… para luego caer ante su secuencia final: un verso visual a la amistad y al compromiso en una sucesión de imágenes sencillamente sobrecogedoras. Todo esto con una música de fondo de doble personalidad, de una identidad angelicalmente diabólica: era tan hermosa y apacible como triste y final. Un amigo me había dicho que los juegos no emocionaban a ese nivel… y luego me maldijo varias semanas porque, tras verlo, el final le c*gó la tarde (sus palabras).

Otros momentos me han marcado bastante; algunos muy puntuales (como lo que sucede con Lisa en Silent Hill 1) y otros mucho más actuales. Gears of War no es una saga que luzca por su brillante argumento -no está mal pero no es nada de otro mundo- pero cuando -en Gears of War 2- Santiago encuentra lo que tanto añoraba tiene lugar una cinemática especialmente triste, directa y poco esperanzadora. Comienza alentadora pero luego cambia de forma radical, está especialmente bien actuado (sea en inglés o español) y es uno de los momentos más altos en lo que a historia de la saga se refiere. A pesar de que prefiero la banda sonora del primer juego (a cargo de un brillante Kevin Riepl), una de las mejores tonadas de Gears 2 es la de aquella secuencia; el tema (“With Sympathy” de Steve Jablonsky) es una gran, tierna, oscura y triste composición que acompaña una de las escenas más memorables y de mayor empatía de -quizás- toda la saga.

También recuerdo con especial cariño lo que ocurre cerca del final de Metal Gear Solid 4. Con todo en contra, con la batalla en camino a ser perdida y con un palpable nivel de desesperanza, Solid Snake inicia un corto, decisivo y sacrificado viaje, uno que es vital para él y para todos. El nivel de entrega de los héroes, la espectacular canción de fondo (a cargo de Jackie Presti) y el bombardeo de imágenes es abrumador, tanto que cuesta jugar mientras todo aquello ocurre. Si bien Kojima y compañía destacan por hacer largos cinemas, resulta imposible que esta escena -para quienes llevamos más de 10 años con la saga en la mente- nos resulte lejana… es absurdo que nos quedemos indiferentes. Quizás quienes no han disfrutado de MGS no lo ven así, pero es todo un merito narrativo, de gameplay y una de las escenas culmines en la vida del buen Solid Snake.

Aunque cronológicamente debía ir antes, dejé esta para el final. Hoy es un consagrado, un talento que explota su potencial cada vez que puede, un compositor que engrandeció (y engrándese) a las bandas sonoras de videojuegos: Michael Giachinno es un maestro de tomo y lomo. Era el año 2002, disfrutaba del buen Medal of Honor: Frontline y llegué a Arnhem Knights. Esta era una escena en la que un pequeño puñado de soldados aliados debía abrirse paso en los restos de la ciudad holandesa de Arnhem, la que estaba bajo el completo control nazi. La música sienta el tono de una escena espectacular, llena de emoción y tristeza, de esperanza y perdida. Tal como lo hizo Hemingway en sus libros, Arnhem mostraba a la guerra como lo que es, sin endiosar su supuesto ‘esplendor’, sin engrandecer a los héroes y sin satanizar a los enemigos; una clara sensación que el “espectáculo” daba pena por las vidas que se perdieron y seguían perdiendo en un lugar que se caía a pedazos. A pesar del tono e identidad de la música, el canto en holandés intentaba decirles al pueblo y a su gente que tuviese ánimo, que se levantarían, que aguantasen y que fueran fuertes. Uno de mis temas favoritos y cuya mezcla de emociones es tal que se puede interpretar de distintas maneras según el estado de ánimo del interpretador.

Las OSTs son protagonistas y complemento ideal para enaltecer el resultado de escenas muy bien orquestadas y demuestran -una vez más- su importancia; la sincronía entre lo que se ve, lo que se escucha y lo que se cuenta puede entregar… y mucho. Quien diga que nunca ha llorado o emocionado (aunque sea un poco) con algún juego tiene un corazón algo frío… o no ha jugado el juego correcto. Para eso están los comments, para dar más ejemplos o compartir experiencias de qué juego y/o escenas les ha llegado. Probablemente no va a faltar quien diga que es un tema algo exagerado -puede serlo-, pero el momento y lo emocional puede llegar a tal nivel que no da para burla, da para decir “que lástima; ellos se lo pierden”.

Me quedo con una de las tantas grandes frases de El Secreto de sus Ojos, una de esas que son buenas que no importan cuándo se digan ni el medio del que las recogiste:

-Va a ser complicado.

-No me importa…

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