Nuestro cerebro, aquella masa relativamente viscosa que flota en nuestra cabeza, esconde más misterios que after de asado de CHW. Una de las cosas que ha entretenido a varios investigadores últimamente es como nuestro cerebro se da cuenta de que cometió un error. Y es que todos sabemos que herrar es umano.
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Los errores son algo muy cotidiano en la vida, pero aún es un misterio exactamente cómo nos damos cuenta que que metimos la pata. Sin embargo, una investigación reciente publicada la revista Science hace que las aguas se aclaren un poco. En este estudio hicieron que varios chicuelos pollerudos se pusieran a escribir en un computador ciertas palabras que se les habían asignado previamente, sin embargo mi estimado lector, aquellas máquinas de maldad en los cuales los habían sentado a escribir escondían algo, y es que cada cierto tiempo iban introduciendo errores al azar en ciertas palabras, aún cuando las habían escrito bien, y en otras, que habían escrito mal, las hacían aparecer en pantalla como si fueran los escritos de todo un literato.
Si hermanuu nos hisieron ezcribir was terrible de vonitas…
Hasta aquí estarán pensando, ¿Para qué toda esta insensatez? Bueno, se midió el tiempo de respuesta ante cada uno de estos eventos, y se encontraron con cosas interesantes. Primero que nada, parecen haber dos sistemas cuando digita en un teclado; primero hay una evaluación general, ensayando mentalmente la palabra que se va a escribir para comparar el resultado con lo que intentamos hacer, lo cual es conocido como, y a falta de una traducción precisa, outer loop, y luego una parte que procesa esta primera intención y la lleva a cabo, el inner loop, el cual involucra la parte motora del asunto, es decir, hacer que nuestros dedos presionen las teclas y generemos la palabra en la pantalla. Pero, al introducir las correcciones y errores que antes habíamos descrito, es posible aislar ambos procesos, ya que podemos evaluar ambos de forma independiente al medir las reacciones de la persona.
Bueno, entonces manos a la obra, esta pobre e ingenua población de estudio se puso a escribir. Un 6% del tiempo se introducía aleatoriamente un error en palabras bien escritas, y un 50% de las palabras que el individuo escribiese mal se corregían automáticamente. ¿Qué pasó? Tal como sabe mas el diablo por viejo que por diablo, el cerebro sabía que algo raro estaba pasando cada vez que ocurrían estos eventos inesperados (¡siglos de evolución no pasan en vano!).
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Tu CREES que puedes engañarme… iluso…
Tal como lo indicaban estudios anteriores, cada vez que cometemos un error al digitar tenemos un pequeño intervalo de tiempo de demora entre la tecla digitada antes y después, por lo que el cerebro nos hace saber de esa forma que algo pasó. ¿Qué pasa si ahora tratamos de engañar al cerebro, haciendo que en la pantalla parezca que cometimos un error? Nada, de hecho no ocurre ese “intervalo de error”. ¿Y qué pasa si cometemos un error, pero la pantalla nos muestra la palabra perfectamente? Ahí si se observa el intervalo, y es que el cerebro es a prueba de balas en lo que respecta al inner loop, encargado de coordinar la actividad motora.
Pero el cerebro es mucho más inocente en lo que respecta al outer-loop, que hace el ensayo objetivo-resultado final, ya que aún cuando existían variaciones entre lo que realmente cada uno escribía y lo que aparecía en pantalla, nadie hizo ningún comentario excepto si se le preguntaba específicamente… y ya habían escrito unas 600 palabras de esa forma, más o menos la extensión de todo el párrafo que has leído hasta este momento.
Para seguir probando este último punto, hicieron que cada uno, luego de escribir una palabra, se detuviese y dijese si la había escrito bien o no. Resulta que siguieron identificando errores generados por el computador como propios más frecuentemente de lo que se daban cuenta de que no era así, y lo mismo sucedía tanto para las palabras autocorregidas como las bien escritas.
Solo para terminar de una vez con la ilusión de haber hecho algo que en verdad no habían hecho, los investigadores pidieron que por cada palabra se dijera específicamente, en caso de que notasen algo raro, si es que esta había sido modificada con un error o con una autocorrección. Cuando se les preguntaba por los errores generados, los individuos fueron prontos y certeros en detectarlos específicamente, pero cuando habían escrito algo mal y había autocorrección, ahí si que se quedaban calladitos en mas o menos la mitad de las veces. Y es que una vez mas estamos dispuestos a señalar en qué se nos acusa injustamente, pero no en nuestros errores.
Interesante…
Fuente: Ars Technica