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Las células alienígenas de la lluvia roja

Red rainUna vez, cuando era un estudiante universitario y escribía por hobby en semanarios de aficionados, Isaac Asimov publicó un cuento que se llamaba «El Fraile Negro de la llama». Ahora que lo pienso, el título de este post tiene tan poco sentido como aquel pero intenta sonar igual de cool. Vamos con la noticia.

Transcurría el año 2001, cuando en la región de Kerala, en el extremo sur de la India, se sucedieron dos fenómenos extraordinarios. Primero, una noche los pobladores del lugar reportaron un enorme estruendo, mayor que cualquier trueno que pudieran recordar. Segundo, durante los dos meses siguientes se registraron episodios esporádicos de lluvia pigmentada de rojo.

El científico Godfrey Louis, físico de la Universidad Cochin de Ciencia y Tecnología, viajó al lugar y logró recolectar numerosas muestras de esta lluvia roja, suponiendo que se encontraría con partículas de polvo o arena de ese color particular. Nunca pensó que el pigmento provenía nada menos que de células.

Primero que nada, las partículas que observó al microscopio asemejan bastante a  microorganismos comunes como las bacterias. Estas células, en todo caso, no tienen ninguna clase de ADN o trazas de material genético. Esto no es tan inusual: los glóbulos rojos o eritrocitos tampoco tienen núcleo ni ADN (dato Freak CSI: las muestras de sangre contienen ADN gracias a los glóbulos blancos). Pero los glóbulos rojos se desintegran con facilidad, mientras que estas extrañas células rojas se mostraron particularmente resistentes: de partida aguantaron el viaje en una gota de lluvia y el costalazo al aterrizar.

Ahora bien, unas células rojas sin núcleo no son evidencia de vida extraterrestre, pero Louis ha publicado un estudio con un enfoque distinto. Primero, ha estado en estrecha relación con Chandra Wickramasinghe, de la Universidad Cardiff en el  Reino Unido, que es uno de los grandes impulsores de la teoría de la Panspermia, la idea de que la vida en este y otros planetas proviene de bacterias que llegan en meteoritos y cometas. Se sabe que hay microorganismos (e incluso insectos) que pueden sobrevivir por períodos prolongados en el espacio exterior. Se sabe también que -dependiendo del tamaño de un meteorito- aunque la superficie se incendie al ingresar a nuestra atmósfera, el centro no supera más que unas decenas de grados Celcius, luego hay bichitos que podrían sobrevivir un viaje espacial a bordo de un cometa para caer y germinar en la Tierra.

Sin embargo el hecho de que la panspermia sea teóricamente posible no significa que cualquier célula roja que me encuentre venga de Melmac, claramente, pero Louis ha documentado algo que dejó a la comunidad científica estupefacta. Resulta que estas células halladas en las gotas de lluvia roja son completamente inertes a temperatura, humedad y presión ambientales. Sin embargo, al someterlas a una temperatura de 121 grados Celcius, las células empezaron a reproducirse, y siguieron haciéndolo a medida que iba subiendo, hasta llegar a los 300 grados Celcius.

Esto tampoco demuestra que sean extraterrestres, pero no hay evidencia de que exista otro organismo que pueda reproducirse a esa temperatura. Existen lo que se llama los «extremófilos» que pueden sobrevivir a duras penas a muy alta temperatura, o en otros casos muy baja, o de muy alta presión, o con muy poco oxígeno, etc. Pero ¿Que se reproduzcan a 300 grados Celcius? Eso nunca se había visto y, la verdad, me imagino que muchos se declararán escépticos al respecto. Si me hubiesen dicho que las células se reproducían en presencia de vino tinto y música romántica, me costaría menos creerlo.

Finalmente, las células rojas son llamativamente fluorescentes bajo ciertos espectros de luz. Según los científicos, hay una extraordinaria similitud con una típica emisión de luz -cercana al espectro rojo- detectada en la nebulosa del «Rectángulo Rojo», parte de la constelación del Unicornio. Al leer esta parte no pude sino recordar el cuento «El Color que Cayó del Cielo» de HP Lovecraft cuando dice:

al ser calentada ante el espectroscopio mostró unas brillantes bandas distintas a las de cualquier color conocido del espectro normal, se habló de nuevos elementos, de raras propiedades ópticas, y de todas aquellas cosas que los intrigados hombres de ciencia suelen decir cuando se enfrentan con lo desconocido.

Y eso no me deja, queridos lectores, precisamente tranquilo.

Link: Title: Growth and replication of red rain cells at 121 oC and their red fluorescence (astro-ph.CO via Technology Review)

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