Videojuegos

Las crónicas de ALX: El fin de una era

En esta, mi semana de vacaciones, los dejo con algunos de los artículos que publiqué en www.televitos.com, un sitio chileno de series de TV, películas y videojuegos (pero con un perfil mucho más casual) que gentilmente nos prestó contenido que fue publicado originalmente allí.  Son mis vacaciones, pero no se librarán de mí…Mwahahahahaha!

Era Martes 10 de octubre de 2006, un día como cualquier otro.  Me levanté, cumplí con la rutina diaria y surqué Internet buscando las últimas noticias e irónicamente, en Las Ultimas Noticias (un periódico de mi país), leí algo que me dejo helado: Se habían cerrado los Diana.  Fue así, de golpe y porrazo como supe que EL lugar más grande y clásico para jugar ‘videos’ (arcades, tragamodenas, etc) en Chile, uno de los grandes referentes para varias generaciones y una tradición de más de 7 décadas se había ido.

Era un lugar único y especial.  Estaba ubicado en el corazón de la capital, en un gigantesco sótano lleno de eternos pasillos donde podías encontrarlo todo.  Desde PacMan hasta Cruisin’ USA, desde Galaga a Silent Scope, de Sunset Riders a Metal Slug.   Ahí habitan arcades aparecidos desde finales de los 70’s hasta comienzos del siglo XXI, pinballs de los tiempos en que Williams y Bally reinaban, juegos que sólo conocías vía MAME los podías disfrutar ahí, como fueron en un comienzo.

Y entonces su cierre.  El fin de una era es una exagerada opinión dirá más de uno, pero la verdad es que sí lo fue.  Quién sabe cuantos deambularon, jugaron, miraron, se enojaron y desfrutaron en sus familiares pasillos: Trabajadores del centro de Santiago de Chile que acudían allí en sus brakes, escolares visitando el lugar después de clases y hasta comunidades (como la dancer) perdieron con esto un refugio.

Personalmente me tocó vivir una memorable época durante los 90’s.  En esos días, la llegada de cada juego con la ‘tecnología de punta’ revolucionaba la tranquilidad del recinto.  Ver llegar los primeros Mortal Kombat, el primer Tekken, ver atónito el veloz realismo de Daytona, sin contar la gran revolución que traía el Ultra 64 y Killer Instinct; todo era en sí una experiencia, un show.  Los ‘escogidos’ introducían en esas maquinas 2, 3 y hasta 4 fichas por juego, transformándose en la envidia de la multitud que rodeaba cada cabina, llegando al punto que alguna de ellas tenían dos monitores: uno para los jugadores y otro, ubicado el la parte superior, para que los improvisados espectadores pudiesen disfrutar de esas imágenes (y aún así costaba ver bien).

Pero, si era tanto el revuelo, ¿qué pasó?  ¿Por qué se cerraron? ¿Fue la llegada de esa tecnología a los hogares? ¿Fueron las consolas o la gente simplemente creció? Lamentablemente la principal razón es aún más triste: la delincuencia.  Según la administración, un gran número de lanzas hacía de las suyas en ese lugar y nada podían hacer los 5 guardias para contener estas acciones, tanto que ya no era seguro para los clientes ni para el negocio.

Y así terminaron de morir los Arcades en Chile.  En el aire quedaron todos aquellos quienes hacían hora en el centro, que pasaban por el Paseo Ahumada y simplemente no querían llegar a casa temprano, quienes disfrutaban jugando desde los videojuegos más retro hasta los más actuales.  Todos aquellos que se relajaban jugando taca-taca o dínamo, todos quienes querían volver a deleitarse con ese pinball que conocieron hace mucho tiempo y de esos arcades clásicos que jugaron en su juventud.  Todo eso simplemente se perdió.  Si bien, en estricto rigor se mudaron (a un lugar 1/3 más pequeño) y aún quedan galerías de arcades por ahí, esto fue el punto final.

Un lugar clásico, ese lugar donde muchos pasaron mucho tiempo de memorable ocio no está más.  El cierre de los Diana quizás es el fin de los salones de videos en Chile sin posibilidad de retorno.  Es un hecho para algunos trivial pero para otros muy triste.  Tan triste como supimos quienes íbamos ahí sólo de vez en cuando, con 2 semanas de retraso y a través del periódico.

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