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El vaso medio lleno

Cuando el Pentium salio, muchos de nosotros aun jugábamos con tierra en el patio de nuestras casas. Ayer tuve la oportunidad de conversar con un empleado de antaño de Intel y aprendimos algo de esta época.

Para entender el futuro hay que conocer la historia y hoy veremos un poco de lo que trato el lanzamiento del Pentium original, por allá por el año 1993.

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El Pentium fue el sucesor del procesador 486 de Intel, en tiempos en que aún existían los procesadores clones y el mercado era bastante más difícil y sombrío que el actual. Sus primeras versiones, conocidas como P5, de entre 60 y 66MHz, venían fabricadas en un proceso productivo de 800 nanómetros, algo bastante sorprendente si pensamos que hoy en dia ya estamos viendo tecnologías de 45 nanómetros. Seguido al P5, vino una variante  llamada P54C, que venia en sabores de entre 90 y 120MHz y fabricado en 600 nanómetros. Ambos procesadores fueron participes de una controversia que no estuvo libre de problemas.

El año 1994 se descubrió que los procesadores de ambas versiones con frecuencias de entre 60 y 100MHz presentaban un error de punto flotante, que en algunas divisiones básicas con decimales presentaba errores de calculo. Debido a esto Intel decidió cambiar 400.000 unidades que ya estaban en el mercado, por versiones con el problema solucionado. Esto claramente fue un golpe duro y costó, en su momento bastantes millones de dólares al fabricante de Santa Clara, California.

 

Testigo de la historia 

Ayer nos reunimos con un ex-empleado de Intel que le toco vivir esta experiencia. De acuerdo a sus relatos, nos comentó como entró a su primer trabajo, en Intel, a un cargo de marketing y que luego de una semana, prácticamente todo el departamento contestaba llamadas relacionadas con este problema, llenaban una ficha con los datos de los clientes y posteriormente despachaban un nuevo procesador. Las cosas no pintaban para bien en Intel.

Sin embargo, algunos días más tarde, apareció el mismísimo Andy Grove – en ese entonces CEO de la compañía – en el departamento de marketing. A diferencia de lo que se podría pensar, Andy apareció con la moral muy en alto, y haciendo gala de un impecable sentido del humor, llegó repartiendo llaveros hechos con  procesadores defectuosos para repartir entre quienes estaban contestando los teléfonos, al tiempo que agradecía su ayuda. Luego les explicó que no vieran el vaso medio vacío, sino medio lleno, que ya recuperarían las pérdidas, que al final del día todas esas llamadas de reclamo les habrían servido para construir una enorme base de datos en donde figuraban  los clientes más importantes: corporativos y aquellos que compran productos recién salidos, early-adopters.

 

El tiempo pasó, y  vinieron nuevas variantes del Pentium original, el desarrollo del P54CS, una variante más pequeña en transistores del P54C y finalmente un desarrollo venido desde el Centro de Investigación y Desarrollo de Haifa, Israel – los superhéroes de la compañía azul – con el Pentium MMX. Pero no seria hasta la salida del Pentium II el año 1997, cuando Intel recuperaría todo lo perdido. Tomaron la base de datos guardada tres años atrás y ofrecieron su producto con mucho éxito a cientos de miles de clientes, y no fue una sorpresa que éstos fueran justo las personas más dispuestas a adquirir el nuevo CPU. Ese éxito temprano repercutió en el resto del mercado e Intel vio cómo sus acciones pasaron de 20 dolares por unidad a más de 30 junto a la salida del Pentium III, para tocar techo en 66 dolares por acción antes de que explotara la burbuja del año 2000.

Esta es la historia de como incluso los errores más graves pueden transformarse en oportunidades. Intel asumió un costo horrible para recambiar los procesadores defectuosos, pero al hacerlo le dijo al mercado: «Cuando nos equivoquemos, nos haremos cargo de arreglar la metida de pata». Fue esa decisión lo que a la postre le granjeó la confianza del mercado y transformó a la compañía de Gordon Moore y Robert Noyce en el líder indiscutido en silicio para máquinas de escritorio a nivel mundial.

 AMD tuvo un problema similar hace poco, con sus procesadores Barcelona en el mercado corporativo y Phenom en escritorio. ¿Tuvo la firma verde una actitud igual de estoica y optimista que le reportará beneficios a largo plazo? Sobre eso podemos opinar, pero el futuro se escribe cada día, en cada pequeño gesto de una empresa hacia su clientela.

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