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¡Puta qué confío en la red!

Nuestro amigo Raimundo Encina de Saborizante, escribio un muy buen texto sobre Internetlandia:

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Debo reconocer que no ocupo la impresora de mi casa. Ni siquiera tiene tinta. No he comprado hace meses. No importa. Envío todos los trabajos que hago en casa por Yahoo Mail o Gmail a mi propia casilla y los imprimo en la universidad.

Prefiero ni decir en cuál estoy, la dejaría en vergüenza si digo que los estudiantes pueden imprimir solo 150 en un semestre.

Aunque todo deja de ser pena cuando llego a la sala de computadores, y observo como en pocos segundos mis textos están impresos.

Hasta el momento nunca he tenido mala suerte y ha caído la red y me quedo sin nada mientras espero 2 minutos antes de la entrega . Pero ¿qué pasará si Internet cae? ¿qué pasa si falla de manera global? ¿cómo explico a mi profesor que no presento nada por culpa de un maldito computador?

¿Cómo explicarle al distinguido maestro Miranda que no entrego el trabajo de Hobbes porque el sistema colapsó?

Si es que mis trabajos los confío plenamente a los bytes, ¿ cómo voy en lo demás?
En un cambio de casa perdí todas las fotografías de mi vida, las con el abuelito en un almuerzo familiar, la con todos los amigotes en alguna playa nortina, cartas, recuerdos, los más importantes vestigios materiales de mi existencia terrenal desaparecieron. ¿Qué me queda? La pequeña colección de fotos digitales que he recolectado con el tiempo. ¿Dónde están? En mi negro computador. ¿La impresora? No tiene tinta.

Colaboro en saborizante. La cosa es que Leo todos los martes manda un mail a nuestros socios, pero aquel día que el corte de luz dura 22 horas en su casa, quedamos como chaleco de mono. Perdemos inmediatamente credibilidad.

La red nos domina. Si cae todos caemos y si funciona no la apreciamos. ¿Cómo todo en la vida no?

Mi madre es fanática de jugar por horas al famoso Literati, un juego de hacer palabras que tiene miles de adeptos en el mundo. ¿Si no hay Internet? No juega. ¿Si no juega? Mejor ni digo.

El hecho de poder conversar por el ciber teléfono con amistades patiperras que andan por todos lados es algo gratificante y muy barato .

Mientras escribo esto la luz verde del modem empieza a tintinear y la red se ha caído. Pasa poco y justo sucede mientras critico a la red. Que quede claro que no la estoy ajusticiando, al contrario, la amo. Pero la detesto cuando no está. Cuando no puedo revisar mi mail como que me ahogo y prendo un cigarro. ¿Seré un esclavo de la red? Claro que sí y lo asumo con responsabilidad. Es por eso que tengo más de 10 correos distintos.

El Messenger ya es palabras mayores. Decir que es lo mismo y mejor que el celular es poco y que sin él soy un ser solitario en el mundo. No hago muchos negocios, pero sé que mi padre y todo el mundo vende, compra, publicita, se informa por las .com . ¿ Cuándo desaparece?
Los estudiantes se paralizan, el comercio internacional decae, la industria de masas se agita y yo me apesto.

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