Ciencia

Científicos consiguen cultivar células madre de sangre

Dos investigaciones diferentes consiguen el mismo resultado.

El intento de cultivo de células madre de sangre, producidas durante el desarrollo del embrión, data del año 1998, y es hasta hoy que científicos de Estados Unidos consiguieron cultivar estás células en ratones mediante diferentes métodos.

Se trata de dos investigaciones diferentes publicadas en la revista Nature, una de ellas liderada por George Q. Daley, quien aseguró haber conseguido este logro tras veinte años de esfuerzo, con información del Clarín.

Para conseguirlo, el equipo de Daley utilizó células madre iPS, similares a las células embrionarias, producidas antes que las células hematopoyéticas. Al identificar siete proteínas clave y aplicarlas como factores de transcripción, consiguieron convertir las células iPS en hematopoyéticas.

Por su parte, el equipo de investigadores de la Universidad Cornel, Nueva York, dirigido por Shahin Rafii, trabajó con las células de la pared interior de los vasos sanguíneos y les aplicó cuatro factores de transcripción. De esta manera también consiguieron producir células hematopoyéticas.

Los resultados de ambas investigaciones fueron aplicadas en ratones, experimento que arrojó resultados positivos, tras producirse diversos tipos de células sanguíneas. Con este resultado, el equipo de Rafii pretende iniciar pruebas en primates, hasta llegar a probar éxito con humanos.

Sin embargo, hay un par de cosas que evitarían la aplicación de ambas investigaciones en humanos, puesto que ambas utilizaron virus para aplicar los factores de transcripción, manipulación genética no permitida para su experimentación en personas.

El otro gran inconveniente es que la mayoría de los factores de transcripción pueden provocar cánceres. Los genes que se encargan del desarrollo embrionario también proliferan y diferencian células, así que si no se controlan pueden generar tumores por su capacidad de proliferación.

Por lo tanto se buscará no tener qué recurrir a los virus como vehículos para la aplicación de factores de transcripción, además de volver transitorios a estos últimos como parte del control de genes.

Cuando esto se logre, podrían tratarse enfermedades como la betatalasemia, la anemia de Fanconi, el síndrome del niño burbuja, entre otras enfermedades genéticas de la sangre. No obstante, el camino que queda por correr sigue siendo largo.

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