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Brasil hará su nuevo cable submarino sin recurrir a empresas de EE.UU.

El cable que unirá a Fortaleza con Lisboa no utilizará insumos de empresas estadounidenses por temor al espionaje de la NSA.

Desde que se dieron a conocer las revelaciones de espionaje de la NSA por parte de Edward Snowden, los gobiernos de países como Brasil, Alemania, Rusia y China han perdido la confianza que tenían en Estados Unidos. En el caso brasileño, el proyecto de un cable submarino que conectara al país con Portugal retomó fuerza, con la finalidad de evitar que el tráfico de Internet pase a través de las redes norteamericanas.

Ahora se ha dado a conocer que la construcción de este cable submarino ni siquiera contemplará a las grandes empresas de Estados Unidos para su manufactura. Una de las compañías más afectadas será Cisco, que ha visto caer sus ganancias en Brasil a raíz de las filtraciones de espionaje. Cisco, que había anunciado en 2012 una inversión de mil millones de dólares en el gigante amazónico, vio cómo su plan se derrumbó tras el escándalo internacional.

El gobierno de Brasil recurrirá a la empresa estatal Telebras, que ha declarado que únicamente recurrirá a proveedores en Europa, Asia y África, manejando nombres como Alcatel, Huawei o Ericsson. Aunque los analistas económicos señalan que son pocos los proyectos que puedan implementarse sin apoyo de empresas de EE.UU, esto no implica que las compañías no estén sufriendo pérdidas como daños colaterales por el tema de la NSA.

La presidenta Dilma Rousseff ha señalado que los cables submarinos son el principal blanco de la agencia de vigilancia estadounidense, por lo que no sólo plantea el proyecto que conectará a Fortaleza y Lisboa; también tiene planes para extender la infraestructura hacia África y Asia sin tener que pasar por Estados Unidos.

La construcción de este cable está programada para iniciar en la primera mitad de 2015, con un tiempo estimado de 18 meses para su operación final. Esto no es sólo un golpe para la industria estadounidense, sino que también plantea una oportunidad para que empresas de otros países reciban un impulso en sus operaciones.

Si ayer discutíamos que Rusia está por crear su propia Cortina de Hierro en telecomunicaciones, igual Brasil está poniendo de su parte para el desarrollo de una infraestructura alterna que cambie las relaciones de poder en temas de conectividad. A veces lo olvidamos, pero Internet es una serie de cables –a veces, tan frágil que una pala o una mordida de tiburón puede romperla–, sujeta a la lucha de intereses económicos y políticos globales.

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