Ciencia

IBM apuesta por los nanotubos de carbono para restaurar la ley de Moore

La compañía espera tener listo un chip comercial, basado en este material, para el 2020.

El colapso en marcha de la Ley de Moore es algo de lo que la mayoría de empresas de tecnología de hoy en día, no quiere hablar. La “famosa” ley de Moore (ley puramente empírica dada por el cofundador de Intel, Gordon Moore) dice que el número de transistores que es posible encajar en un chip se duplica cada dos años aproximadamente.

Al inicio (1965) este valor fue de duplicarse cada año, y desde 1975, cada 18 meses, desacelerando lentamente, y hoy en día mucho más rápidamente; de modo que para 2020, la capacidad del silicio habrá llegado a sus límites.

Como lo dijimos, no se habla mucho (suponemos que por razones de marketing; hay que seguir vendiendo microprocesadores), de la desaceleración rápida y constante de la ley de Moore.

Podríamos decir que, hoy en día, la ley de Moore ya no se cumple. La industria de transformación tecnológica ha estado manteniendo un progreso constante gracias al movimiento de innovación, pero también, gracias al aumento constante de la potencia de cálculo de los ordenadores.

Esto quiere decir que, si se desacelera o detiene la progresión del aumento de potencia de cómputo, toda la investigación en ciencias y tecnología, también se desacelerará.

Esto no se siente mucho a nivel del usuario común (quizás los gamers discrepan en esto); pero en el mundo científico sí se siente; se trabaja con supercomputadores; urge hacerlos cada vez más potentes para poder procesar la monstruosa cantidad de datos que se generan en investigación.

El silicio, actualmente es totalmente incapaz de compactar más potencia de cálculo en un chip; se necesita un nuevo material; uno fiable con el que se pueda trabajar a escalas muy por debajo de 10 nanómetros. Actualmente, a lo mucho se llega a los 14nm. Ya no se puede “meter” más transistores en un solo chip; ya no se les puede hacer más pequeños.

(cc) britishcarbon.org

De las decenas de propuestas para desarrollar una nueva tecnología de cómputo, los nanotubos de carbono (CNT) se presentan como la alternativa más viable según IBM.

Es semana, IBM anunció que espera lanzar un chip comercial de CNT en el año 2020. Los nanotubos de carbono son tubos de grafeno de tan solo un átomo de espesor.

IBM es la primera empresa que seriamente se ha interesado en este material. Los primeros transistores de CNT fueron fabricados en la década de los 90, pero desde entonces ha estado habiendo poco progreso.

El proceso de fabricación que ha elegido IBM para este proyecto es hacer transistores de apenas 6 nanotubos en total. Según sus cálculos, un procesador basado en CNT podría ser 6 veces más rápido que uno actual de silicio, y con un mismo consumo de energía.

El problema principal es el mismo de siempre: mecánicamente es muy difícil empacar nanotransistores, que se encuentran estrechamente juntos, sin perder calidad ni precisión en la fabricación.

Ya se han planteado muchas alternativas: algunas teóricas; otras, materialmente insostenibles; o, en el mejor de los casos, costosas. Ya de por sí, resulta oneroso reemplazar toda la infraestructura de producción que existe en torno a la fabricación de chips de silicio.

No nos queda claro si IBM ha logrado un gran avance específico que los ha motivado  a hacer este anuncio, o simplemente se trata de un entusiasmo general por el progreso de la ciencia. Nos inclinamos a pensar que es lo primero, pero seguramente “se lo trae bien guardadito”.

De cualquier modo, IBM afirma que si los chips de CNT fabricados en 2020 no lograran obtener un chip comercialmente viable, la ventana del progreso tecnológico se estaría cerrando.

Es cierto que existen tecnologías, potencialmente factibles, que también están siendo desarrolladas; como los ordenadores cuánticos y hasta los ordenadores ópticos, entre otros; pero aún se está muy lejos de obtener algo viable.

Los nanotubos de carbono y el grafeno, su primo, son los candidatos más probables para sustituir al silicio en el corto plazo. ¿Ganará su apuesta IBM?

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