Ciencia

Estudio explica qué pasaría con la Tierra después de una guerra nuclear

Tan sólo en la segunda década posterior al evento, la temperatura en la superficie del planeta habría disminuido y aumentaría estrepitosamente.

Contrario a lo que se pensaba del “invierno nuclear” como consecuencia de ataques con ojivas nucleares, un antiguo estudio realizado en 1983 por un equipo de investigadores, aseguraba que el remanente de las explosiones provocaría un efecto de capa protectora de luz, dando lugar a una temporada fría por décadas. Sin embargo, en un modelo de computadora basado en el estudio desarrollado por cuatro científicos medioambientales de EE.UU, las consecuencias son más bien ‘ardientes‘ a largo plazo; por consiguiente, mayor problemática.

Para el modelado, los expertos eligieron a Pakistán e India para virtualizar una confrontación desmedida con el uso de 100 armas nucleares, cada una del tamaño de la que fue lanzada por EE.UU en Hiroshima, Japón. En la actualidad, las mayores potencias nucleares cuentan con ojivas de mayor capacidad explosiva, por lo que las consecuencias de un ataque entre países desarrollados serían mucho más catastróficas. Por ahora, nos enfocaremos en las de menor potencia.

Después del evento nuclear

Al finalizar la guerra entre ambas naciones, las consecuencias no parecen tan terribles a corto plazo, aunque luego de una década comenzaremos a percibirlo de otro modo. Considerando que fue una guerra regional y no entre hemisferios, el destino de los sobrevivientes al ataque, cerca y lejos de ese lugar, será terrible.

El remanente de las explosiones y la quema que dejaron a su paso concentraría cinco megatones de carbon negro en la atmósfera, lo cual absorbería la luz del Sol antes de llegar a la superficie del planeta. Efectivamente, en un año disminuiría 17° celsius la temperatura, en promedio, alcanzando la temperatura más fría en mil años. Después de cinco años, la temperatura disminuye a 16° celsius; la lluvia se reduciría en un 9%. Tendríamos que esperar cerca de 20 años para que, desgraciadamente, el planeta sea 17° celsius más caliente que antes del conflicto nuclear y la lluvia reduzca a 4.6% de lo que solía aparecer antes del evento, con todo y la contaminación en el ambiente.

Las reacciones químicas en la atmósfera de la Tierra comenzarán a dañar la capa de ozono, la cual nos sirve como capa protectora de la radiación ultravioleta. En cinco años, la capa será de 20% a 25% menos resistente, en promedio. Después de 10 años, se habría recuperado hasta reducir al 8% su incapacidad de resistencia. El aumento de la radiación provocaría cambios en el ADN vegetal, cáncer en la piel y quemaduras en los humanos.

En el transcurso de los dos primeros años, hasta los seis, la temporada adecuada para el cultivo se reduciría de 10 a 40 días, dependiendo de la región. En un estudio publicado en 2013, investigadores estimaron cerca de 2 mil millones de muertes, tan sólo por hambruna, tomando en cuenta la misma cantidad de ojivas intercambiadas en un conflicto nuclear.

De la ficción a la realidad

Es obvio que alguno de estos argumentos no haya podido ser comprobado, aunque también resulta satisfactorio y de vital importancia terminar con la fabricación de armamento nuclear. Los científicos estiman cerca de 17.000 armas de distinta potencia, pero que debido al gran avance de la tecnología, su capacidad rebasa las estimaciones del promedio.

Si en algo concuerdan los estudios de antaño respecto a los nuevos y mejorados diseños por computadora es, que a largo plazo, las consecuencias se acercan a la extinción de todo lo que conocemos en el planeta como “ser vivo,” temiendo al uso inevitable de este armamento para defender los intereses de las naciones. Estas investigaciones son de carácter medioambiental y pretenden instruir a los gobiernos para que procedan a la destrucción del armamento nuclear.

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