Michael Jones, jefe promotor de tecnología de Google, ha declarado recientemente sobre los beneficios de su compañía a la sociedad en general. Según sus palabras:
Efectivamente, la gente de hoy en día es aproximadamente unos 20 puntos de CI (coeficiente intelectual) más inteligente gracias al buscador de Google y a sus mapas. Ellos no le dan crédito a Google por eso, lo que está bien; piensan que son más inteligentes porque pueden contar con esas herramientas.
Con base en estas declaraciones y observaciones anteriores, varios expertos sostienen que uno de los mayores riesgos para la sociedad tanto a presente como a futuro es el término «inteligente».
Evgeny Morozov, experto en tecnología, sostiene que «toda esta fascinación por lo inteligente va a convertir nuestro entorno en algo más plástico y programable».
Es así como el escritor Nassim Nicholas Taleb, presagia que lo humanos debemos tener «antifragilidad».
(Esta palabra) por contraste, describe un sistema que es capaz de desarrollarse en la incertidumbre, y que no colapsará por circunstancias que sus diseñadores no anticiparon.
Con esto no se quiere subestimar el avance tecnológico y sus aportes, sino tener en consideración su dependencia constante. Si un colapso digital llegara a suceder, serán aquellos que más dependen de estas herramientas los que terminen pareciendo más estúpidos.
Quizás, tratar de evitar el efecto Google de vez en cuando nos sirva para ser antifrágiles y más prevenidos ante el decaimiento de los sistemas inteligentes de los que tanto estamos dependiendo cada vez más. A lo mejor, la postura del periodista Nicholas Carr con respecto a Internet — Google incluida — no sea algo tan descabellado después de todo.
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