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Cómo el coche sin conductor puede cambiar nuestra vida

El automóvil autónomo de Google es solo el primer paso, ¿cómo sería un coche, una ciudad o nuestra sociedad con este tipo de automóviles?

Esto no es tanto un ejercicio de a futuro, si no más un ejercicio para comprender los retos a los que nos vamos a enfrentar, en un futuro no muy lejano, cuando los coches que se conducen solos sean una realidad.

¿Ciencia ficción? No. Google ha probado muchas veces que su prototipo de sistema para la conducción sin necesidad de que una persona interfiera es viable, posible y que además, podría convertir casi cualquier coche en autónomo. Pero aunque por ahora es el estado de California y Nevada en EE.UU. el más avanzado en este aspecto, deberías estar preparado para lo que va a llegar.

En la próxima década el mundo no se va a llegar de coches que se conduzcan solos, sería un sueño muy descabellado que una tecnología “recién inventada” en una industria como la automovilística se pudiese hacer tan popular en tan poco tiempo.

Licencias y legislación

Lo primero y por ahora más importante, aunque sean coches capaces de conducirse solos, requieren que exista una persona con una licencia de conducción. Es evidente que un coche autónomo también puede conducirse manualmente, pero si la idea es deshacerse del trabajo de conducir, ¿para que necesitar una licencia de conducción? Técnicamente es porque un coche de este tipo tiene que tener un responsable civil ante cualquier problema.

Tan solo imagina que aunque no exista la intención de conducirlo manualmente, si algún fallo mecánico ocurre, alguien debe tomar el control. Para conducir por una carretera no preparada para este tipo de vehículos, por ejemplo, sería necesario conducirlo manualmente.

Tiene más sentido que a un futuro más lejano, las ciudades se empiecen a transformar para poder acoger a estos nuevos vehículos, que sean las carreteras y las obras civiles las que se adapten, en vez del vehículo el que se tiene que adaptar a la ciudad actual. Porque en un futuro perfecto donde los coches sean capaces de conducirse solos, no sería necesario una licencia de la misma forma que cuando pides un taxi no tienes que tener un permiso de conducir.

¿Lo ideal? Pides por internet un coche, llega automáticamente a tu casa y te lleva a tu destino, un servicio simple y que te lleve del punto A, al punto B.

La legislación es un tema crucial que por ahora es nulo en la mayoría de los países. El ejemplo de un estado que ha hecho legal estos vehículos es Nevada, pero gracias a que por ahora tienes que adquirir el coche, adaptarlo y pagar las tasas por tu licencia de conducción. ¿Te imaginas cuando esto sea normal que pase?

Todos los estados recaudan mucho dinero gracias a los impuestos de los vehículos, si en un futuro los coches pasan a ser una propiedad del pasado ¿de dónde lucra el estado para mantener las vías de conducción? Si este es el caso de este hipotético futuro, lo más seguro es que todo pase a ser un servicio propietario de una o varias empresas, algo así como una carretera de pago. Tu pagas por un recorrido o por una suscripción, que técnicamente viene incluido el importe de las tasas al estado por hacer uso y disfrute de estas instalaciones.

Conexión coche a coche

Si nos fijamos en el sistema de Google, lo que hace este coche es buscar la separación entre coches y entre las líneas pintadas en la carretera. Se analiza y se mezcla con las normas de las carreteras del estado donde se encuentre, su posición geográfica y la cantidad de obstáculos (léase automóviles) que existan a su alrededor. El resultado es una velocidad y una dirección que hace mantenerse en curso hasta a algún punto.

Si los automóviles que se condicen solos, autónomos o como quieras llamarlos, se hacen realidad, cada vez más coches podrían intercambiar datos los unos con los otros. ¿A que de pronto la adquisición de Waze por parte de Google tiene más sentido?

Es importantísimo que los coches se comuniquen entre ellos, no solo por la seguridad, si no para que un coche más adelantado, si detecta un bache o un obstáculo en una carretera, automáticamente todos los coches detrás suyo puedan cambiar su curso y estar preparados.

Autopistas, carreteras y el cambio de la ciudad

Las autopistas, las carreteras en general deberían cambiar. Que la ciencia ficción no te engañe, los cambios no deberían ser tan drásticos, porque quizá el mayor cambio visible sería el del tráfico.

Una conducción ordenada y fluida provoca menos tráfico y menos atascos provocados por el factor humano, que es uno de los principales casos que causan esas terribles retenciones a las entradas de las grandes ciudades. Si el factor humano se elimina en lo máximo posible, la circulación es más fluida  y las grandes carreteras de cuatro, cinco o seis carriles podrían ser innecesarios.

El golpe que este cambio de transporte tendría en nuestra sociedad se vería reflejado también en la forma en la que están organizadas las ciudades, sobre todo las pequeñas ciudades en el extraradio de capitales o grandes ciudades. Vivir en el centro tendría un valor meno ya que la comunicación podría ser más rápida, lo que haría que vivir en el extraradio fuese mucho normal y vivir en los centros de las ciudades menos elitista.

Al no necesitar comprar un coche, este transporte pasaría a ser bajo suscripción o pago por viaje como si fuese un tax, pero a precios más competitivos.

Esto no es un futuro de “Minority Report”

Quizá con esta historia te imagines algo similar a la película Minirity Report, en el que se podía ver unos vehículos automáticos circulando a grandes velocidades por autopistas preparadas para ellas. Por suerte, aunque también por desgracia, esta película ha sido tan influyente para inventores y para una generación de ingenieros, que muchas de novedades o inventos a futuro cercano se pueden parecer a lo que esta película muestra.

No es que sea malo, pero esta película ha influido demasiado. Hay que reconocer que los guionistas inventaron un futuro muy cercano y razonable en algunos aspectos a lo que estamos viendo son los inventos del futuro, pero no nos dejemos engañar por esta película. La realidad siempre supera a la ficción.

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