Columna

WCIT concluye con un tratado sobre telecomunicaciones que dista de ser perfecto

De los más de 140 gobiernos presentes en Dubai, sólo 89 firmaron las actas finales, adhiriendo así al tratado. Los otros gobiernos se reservaron el derecho de firmar las actas posteriormente.

Sebastián Bellagamba es director de la Oficina Regional de la Internet Society para América Latina y el Caribe.

La Conferencia Mundial de Telecomunicaciones Internacionales (CMTI, o WCIT en inglés) es una conferencia de tratado organizada por el cuerpo dedicado a las telecomunicaciones en las Naciones Unidas, la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones). Es importante destacar que es una conferencia que termina estableciendo un tratado internacional, el Reglamento de Telecomunicaciones Internacionales (RTI o ITRs en inglés).

La última revisión del tratado, las ITRs, se realizó en 1988 en Melbourne, Australia, por lo que parece sensato que, dado el tiempo pasado, merecía una revisión; y eso es lo que ocurrió en Dubai en las últimas semanas. Las ITRs vigentes fueron establecidas en un tiempo donde la norma era que las empresas de telecomunicaciones eran en general monopólicas y estatales, donde los celulares eran muy pocos a nivel global y donde Internet era todavía un experimento académico. En resumen, las ITRs vigentes normalizan la manera en la que pocos operadores nacionales interactuaban con sus contrapartes de otros países. Todo eso agrega a la necesidad de una revisión de las ITRs.

Básicamente, las ITRs determinan cómo los servicios de telecomunicaciones internacionales operan entre fronteras. El tratado establece reglas en temas como:

  1. Flujos de tráfico entre operadores de redes de telecomunicaciones
  2. Calidad de los servicios internacionales
  3. Enrutamiento, cargos, facturación y contabilidad entre operadores
  4. Priorización de servicios de seguridad y salud, entre otros

El tema de fondo, desde la perspectiva de la Internet Society, es que muchos de estos conceptos no aplican a Internet.

El intercambio de tráfico internacional en Internet está exceptuado de estas reglas, ya que siempre se aceptó que le cabe las condiciones del articulo 9 de las ITRs, titulado Arreglos Especiales, que deja lugar a excepciones a las reglas establecidas en el tratado. Dado esto, es que Internet como red creció muy distinta a las redes de telefonía: por ejemplo, no está basada en el concepto de calidad de servicio, sino en lo que se llama “mejor esfuerzo (best effort en inglés)”, donde los acuerdos que se crearon entre operadores de redes de Internet están basados más bien en el intercambio libre entre pares (peering) que en el esquema de compensaciones económicas que aplican los operadores de telefonía (dispuestos en las ITRs).

De hecho, un informe reciente de la OCDE confirma que el 80% del tráfico de Internet se intercambia por peering (yo acepto todo tu tráfico, tú aceptas todo el mío, y no nos preocupamos por contar cuánto tráfico fue; y por esto ni siquiera hay un valor económico asociado a este intercambio!); sorprendentemente, el 95% de esos acuerdos de peering son informales (esto es: sólo un apretón de manos garantiza el acuerdo, no un contrato formal).

¿Cuáles son los riesgos de la WCIT?

Un primer riesgo importante es perder de vista las distinciones hechas entre Internet y las redes pre-existentes, ya que querer regular las telecomunicaciones sin tomar en cuenta esas distinciones puede conducir a escenarios disruptivos para Internet (por ejemplo, la imposición del concepto de la telefonía básica de calidad de servicio a Internet redundaría en problemas técnicos difíciles de superar, por cuanto Internet fue desarrollada con un concepto totalmente distinto).

Otro escenario preocupante es abandonar el espíritu original de las ITRs: el tratado vigente es de alto nivel operativo, dejando lugar a detalles de manejo a los operadores y reguladores de telecomunicaciones. Existen muchas propuestas que bajan ese nivel a lo operativo (si por un momento, y como ejemplo extremo, imaginamos que las ITRs mandan las condiciones económicas del intercambio de tráfico para todas las redes, el escenario de peering gratuito se perdería, en claro perjuicio para los usuarios).

Un tercer escenario preocupante es el de propuestas específicas, que en nombre de la seguridad y la protección de los ciudadanos proponen un control por parte de los gobiernos de recursos críticos de Internet (desde el sistema de enrutamiento de datos que usa Internet, pasando por los servidores raíz, los registros de direcciones IP, entre otros), de los contenidos de Internet (“déjennos ver toda sus actividades en Internet así podemos contener la pornografía infantil y el spam”, por ejemplo) y de los modelos vigentes de desarrollo de nuevos estándares y protocolos de Internet (hoy, estándares como el IP o el WiFi, el HTML o el video sobre Internet son desarrollados por diferentes organizaciones, disímiles entre sí, entre ellas la UIT, el IETF, el IEEE, el W3C, entre otros, pero hay propuestas para que los estándares de UIT sean obligatorios, lo que iría en detrimento de los otros cuerpos de desarrollo que son los que mantienen las características abiertas de Internet como la conocemos hoy).

¿Qué pasó en Dubai?

Durante dos semanas, del 3 al 14 de diciembre de 2012, unos 140 gobiernos discutieron los documentos que devinieron en una nueva propuesta de ITRs, para su firma por parte de los Estados Miembro de la UIT. El contenido (en inglés) de este nuevo reglamento se puede ver aquí [PDF].

Este documento es el fruto de negociaciones, y como tal seguramente no deja plenamente satisfecha a ninguna de las partes negociantes. Tan es así, que de los más de 140 gobiernos presentes en Dubai, sólo 89 firmaron las actas finales, adhiriendo así al tratado. Los otros gobiernos se reservaron el derecho de firmar las actas posteriormente.

Desde la perspectiva de la Internet Society, el reglamento que surgió de las negociaciones en Dubai dista mucho de ser perfecto: el proceso de negociación es poco transparente y participativo; hay provisiones del tratado que tratan sobre seguridad y spam con las que no estamos de acuerdo; además de una resolución sobre Internet (la nro. 3), que si bien como tal no es vinculante, tampoco beneficia (por no hablar de el procedimiento que llevó a la inclusión de esta resolución, que además se lleva los laureles a la poca transparencia).

Ahora bien, cuál fue la línea que separó a aquellos que firmaron el tratado de los que no? La decisión de firmar o no firmar un tratado es en última instancia una decisión política, los detalles de los cuales son exclusivos de cada país. Nosotros, sin embargo, estamos de acuerdo con las delegaciones que han mostrado una preocupación significativa con varios aspectos del tratado final, incluyendo las nuevas disposiciones en materia de seguridad y spam, así como el alcance global de la aplicación del tratado. Y si bien las resoluciones no son instrumentos vinculantes, no creemos que la abruptamente agregada resolución sobre Internet sea apropiada o útil para los resultados de un tratado.

Habiendo dicho esto, no creemos que sea útil reducir el resultado a un juego de bandos: hubo varios países que buscaron el control de Internet y los contenidos en esta conferencia, sin embargo no creemos de ninguna manera que todos aquellos gobiernos que aceptaron el tratado propuesto estén a favor, o de acuerdo, o promoviendo, este tipo de controles. De hecho, muchos gobiernos de América Latina expresaron su adhesión al tratado al mismo tiempo que dejaban claro su adherencia a principios claros de multiparticipación y transparencia en la gobernanza de Internet (claramente el caso de Argentina, Brasil, Uruguay y México, entre otros); quienes no firmaron, pero deben consultar internamente aún si lo harán en el futuro (Chile y Colombia, por ejemplo) y quienes aseguraron que no piensan firmar (Costa Rica). Entre estos gobiernos, con diferencia de matices, primó el consenso sobre una Internet abierta y multiparticipativa.

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