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Que hacer cuando el MP3 ya no es suficiente

El MP3 fue puesto a disposición del público en 1995 y ya en ese entonces tenía numerosos detractores por la calidad de su sonido.

El 31 de agosto de 1982 se lanzó al mercado japonés el primer reproductor de discos compactos, el Sony CDP-101, y con éste, los primeros CDs de música encabezados por el álbum 52nd Street de Billy Joel, los que aparecieron en las tiendas japonesas el primero de octubre de 1982.

Eso si, cabe aclarar que si bien los valses de Chopin, interpretados por el pianista chileno Claudio Arrau, y el álbum ‘The Visitors’, de ABBA, habían sido grabado unos meses antes por Phillips usando esta tecnología, recién estuvieron disponibles en las vitrinas de las tiendas de música en noviembre de 1982.

Ese año el CDP-101 tenía un precio equivalente al día de hoy de alrededor de US$ 1.500, mientras que cada disco costaba alrededor de US$ 31 en Japón.

Luego de tres décadas desde este hito tecnológico, pues representó el primer paso exitoso hacia la digitalización de la música que uno escucha en los hogares, cabe preguntarse si la calidad del sonido ha mejorado tanto como se ha facilitado el proceso de obtención de nueva música a través del reconocido formato MP3.

La cruzada de Neil Young contra el MP3

El influyente músico canadiense Neil Young (a quien le apodan ‘el padrino del Grunge) nunca le ha temido a las nuevas tecnologías, y actualmente se encuentra en una cruzada para mejorar la calidad del audio de los dispositivos móviles, pues si bien el formato MP3 ha democratizado el acceso a la música en todo el mundo, lo ha hecho a costa de la pérdida irrevocable de la calidad del sonido.

El formato de codificación de audio MP3 usa un algoritmo de comprensión de datos con pérdida de calidad, donde también aprovecha una limitación perceptual del ser humano para escuchar ciertos sonidos, los cuales son eliminados y permiten ahorrar una considerable cantidad de espacio al formato.

Esto significa que un álbum que ocupa un CD de 700 megabytes se puede comprimir a la décima parte de su tamaño para así poder enviarse fácilmente a través de Internet, pero sacrificando profundamente su calidad de sonido.

Young asegura que la calidad del sonido actual es “la peor que hemos tenido nunca”, y aseguró que las descargas estaban “degradando” el estándar de audio.

Para remediarlo está trabajando en un formato que de momento es conocido como Studio Quality Sound (SQS), el que será lanzado el 2013 junto a un reproductor de música llamado ‘Pono’ y un servicio de descarga de música. El formato SQS, asegura el músico, busca que las canciones se escuchen tal como sonaban en el estudio de grabación.

El formato de audio libre y sin pérdidas

Mientras el mercado espera la propuesta del músico canadiense, en la actualidad el formato ideal para respaldar la música de los discos compactos se llama FLAC (Siglas de ‘códec de audio libre y sin pérdidas’), el que es descrito por sus creadores como un formato similar al MP3, pero sin pérdidas en la calidad del audio debido a la compresión de la información.

Una canción en formato FLAC puede alcanzar una calidad indistinguible a la del disco compacto original pero a la mitad de su tamaño, lo que es también considerablemente menor a un archivo WAV, el formato de audio digital mas típico y versátil (puede ser abierto por cualquier reproductor en cualquier plataforma) que no posee ninguna comprensión de datos, por lo que debido a eso ocupa grandes cantidades de espacio en el disco duro.

El FLAC es el formato más usado por los artistas que quieren entregarle a sus fanáticos la mejor calidad de sonido sin entrar en problemas por las patentes de software, pues el formato es libre y de código abierto.

Por ejemplo, cuando Radiohead subió a Internet su disco ‘In Rainbows’ el 2007 para ser descargado por sus fans, el líder de Nine Inch Nails, Trent Reznor, criticó a la banda inglesa por no poner a disposición del público el disco en formato FLAC, acusándolos de realizar una medida poco sincera para estimular las descargas digitales.

En general, los celulares, reproductores portátiles y los equipos de música más modernos tienen la capacidad integrada de reproducir este formato. Para PC, un puede usar el VLC, o el Winamp. Mientras que en un iPhone se puede usar el reproductor ‘Capriccio Free‘; y en Android el VPlayer Video Player, o el Winamp.

Para comprar discos en FLAC se puede recurrir a sitios como HD Tracks, el que tiene un amplio catálogo de música popular en ese formato, o sitios donde músicos independientes venden su material de forma directa al consumidor como Bandcamp.

Cuando el tamaño sí importa

En caso de no disponer de demasiado espacio libre en la memoria del teléfono o el disco duro del computador –o no poseer un oído privilegiado capaz de captar las sutiles diferencias entre un CD y un vinilo– se puede recurrir a los formatos OGG o AAC.

Éstos son formatos de compresión que sí tienen pérdidas, pero que de todas formas tienen una calidad de sonido bastante superior al MP3 cuando se comparan a las mismas tasas de bits (el tamaño que puede alcanzar un archivo por cada segundo de sonido).

Hay que considerar que el sonido de un archivo comprimido a una tasa de bits constante de 320 kilobits por segundo es indistinguible, para la mayoría de la población, al sonido del CD original. Incluso se han realizado diversos experimentos entre usuarios comunes donde aseguran que una compresión de 192kbps ya es indistinguible al de un formato superior y sin pérdidas. Eso si, advierten que al descender la tasa de bits a 128kbps ya se puede diferenciar una calidad de sonido deficiente.

El formato AAC se puede reproducir actualmente en casi cualquier teléfono, ya sea un iPhone o Android, así como en reproductores de audio como el iTunes o el Winamp. El formato OGG es libre y abierto pero menos versátil, pues no es aceptado por el iTunes ni el iPhone, debiendo usar programas especiales como el anteriormente nombrado ‘Capriccio Free’.

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