Ciencia

El origen de: El politetrafluoroetileno

Su génesis no está en la NASA ni tampoco su única aplicación está en la cocina. El politetrafluoroetileno fue creado de manera fortuita y hasta hoy le persigue algo de controversia. Acá toda su entretenida historia.

Está presente prácticamente en todas las cocinas en su formato más popular, como son los sartenes, y de seguro es la única razón para que no se me queden pegados los huevos fritos. Y – al igual que el velcro – mucha gente cree que fue una más de las geniales creaciones futuristas de la NASA, pero no. Y no solo eso, sino que además la historia detrás de su descubrimiento es tan singular como fortuita.

En 1936 el químico Roy J. Plunkett llegó a trabajar a DuPont (o más bien Kinetic Chemicals, una sociedad entre DuPont y General Motors) durante el último año de su doctorado y en 1938 se encontraba elaborando un nuevo refrigerante. Necesitaba producir tetrafluoroetileno (TFE) en cantidades industriales y erigió una planta piloto para ello. Luego comenzó a hacer pruebas con el TFE, colocándolo en cilindros refrigerados con CO2 sólido (más conocido como nieve carbónica o hielo seco), pero al vaporizarlo junto con su ayudante Jack Rebok notaron que había problemas.

Roy Plunkett, creador del teflón.

Al gasificarse y pasar por unos medidores de flujo, llegaba a una cámara en que reaccionaba con otros químicos, pero aquí el flujo de TFE se había detenido y aún así el cilindro continuaba conteniendo masa. Desmontaron la válvula y encontraron al interior del cilindro una sustancia blanca parecida a la cera que era extrañamente resbalosa. Plunkett entendió que era el TFE polimerizado, y al tratar de caracterizarlo notó que no reaccionaba con ningún disolvente, ni ácido ni base que tuviera a mano.

“Mientras me daba cuenta de que el PTFE (politetrafluoroetileno) era un material inusual, no sabía qué hacer con él. Sin embargo fui afortunado por estar asociado con una compañía que tenía un gran interés en los polímeros y que mantenía varios científicos e ingenieros trabajando en el campo de la química de los polímeros”, escribió Plunkett en sus notas.

Problemas de costos

Junto con el Central Research Department desarrolló una técnica para su fabricación y uso, pero su costo de fabricación y producción comercial eran tan altos que desistió. Afortunadamente, Kinetic Chemicals se interesó en el descubrimiento de este nuevo polímero y lo patentó en 1941 y luego registró en 1945 la marca “Teflon” con la cual se le conoce en todo el mundo hasta hoy.

La principal característica de este material es que es prácticamente inerte y no reacciona con otras sustancias químicas, salvo en situaciones muy especiales. Esto se debe a la protección de los átomos de flúor sobre la cadena carbonada. Esta carencia de reactividad hace que su toxicidad sea prácticamente nula; además, tiene un muy bajo coeficiente de rozamiento. Otra cualidad característica es su impermeabilidad, manteniendo además sus cualidades en ambientes húmedos.

Publicidad de la época sobre la nueva maravilla.

Aplicaciones, mitos y cuestionamientos

Gran parte de su popularidad se la debe a la NASA, que implementó el maaterial en sus trajes de astronautas, en los escudos de calor y en sus cargueros. Por ello mucha gente tiende a atribuirle su creación a la Agencia Espacial, al igual que varios otros productos o materiales. Entonces aprovechamos de derribar ese mito.

Antes de la NASA, en 1954, el ingeniero francés Marc Grégoire ideó la primera sartén antiadherente cubierta con teflón y las comenzó a comercializar bajo el nombre de Tefal y recién en 1961 salió al mercado la primera de origen estadounidense: “The Happy Pan”, de Marion A. Trozzolo.

Además de la utilidad en el campo gastronómico, el compuesto también fue implementado en otras áreas, como la medicina, aprovechando que no reacciona con casi nada y sus propiedades flexibiles y antiadherentes son propicias para prótesis o tejidos artificiales. También sirve en la electrónica como revestimiento de cables por su capacidad aislante y resistencia a la temperatura, mismo caso de su aplicación en aviones, cohetes y naves espaciales.

Pero desde su creación también ha debido lidiar con cuestionamientos por su eventual toxicidad (desde su participación en el Proyecto Manhattan). El ácido perfluorooctanoico, presente en el politetrafluoroetileno es contaminante (no biodegradable) y es potencialmente cancerígeno para el ser humano. De igual forma, suele ser relacionado con la infertilidad, los trastornos inmunitarios y problemas de crecimiento prenatal.

El tema no sale de una nebulosa. Como no se ha probado nada, no dejaré de cocinar con estos implementos de cocina, pero igual acá les regalo un video al respecto:

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