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Imperdible: Avatar de James Cameron

Hay un dicho que dice “mucho ruido, pocas nueces”. Mientras hay otro que dice “si el río suena, es porque piedras trae”. Avatar, la película más reciente de James Cameron (a quién recordarán de obras maestras como Piraña 2: Los Vampiros del Mar y otras menos reconocidas como Aliens, Terminator y Titanic), ha estado rodeada de mucha publicidad — cuando digo “mucha” en realidad quiero decir “¿es posible que alguien no haya escuchado algo sobre ella?”. Promocionada como la película que va a “reinventar el cine”, y destacando que Cameron se ha tomado más de 14 años en producirla, las expectativas bordean lo inalcanzable. Sin embargo, después de haber tenido la oportunidad de verla en todo su esplendor en 3D, la película definitivamente tiene muchas nueces, piedras, ríos y muchísimo más de lo que se les pueda imaginar (agrandado y con Extra Tocino™).

Soy de los que odian que me adelanten cualquier cosa de cualquier película, prefiero vivir la experiencia en persona, con la mente en blanco y sin prejuicios — de eso se trata la experiencia del ir al cine, ¿no? Así que no se preocupen, no voy a adelantar ningún detalle de la trama.

Después de haber sido el director de la película con mayores ingresos en toda la historia del cine (más de US$1.800 millones mundialmente), recibir multiples premios Oscar, y repetir la famosa frase de DiCaprio en Titanic sobre el escenario del Teatro Kodak, cualquier cosa que hiciera Cameron estaría amarrada a extraordinarias expectativas. Así que en vez de volver a Hollywood y seguir con el mismo juego de siempre, la nueva fortuna le dio la independencia para dedicarse a desarrollar una película que tenía guardada en su cabeza desde los años en que conducía un camión y no le alcanzaba para la bencina: Avatar. Una película tan ambiciosa, tan extraordinaria, tan compleja, tan original, que ni siquiera existía la tecnología para poder realizarla.

¿Los 14 años que demoró producirla? Esa es la cantidad de años que tuvo que esperar hasta que la tecnología fuese capaz de reproducir su sueño. Su visión requería que la película fuese totalmente inmersiva en 3D (y no esos anteojos rojos y azules), tenía que suceder en un planeta tan irreal que sería necesario detallarlo al máximo nivel para hacerlo creíble (al nivel que le dedicó varios años a escribir la Pandorapedia, trabajando con lingüistas, biólogos y botánicos), y por esa misma razón sería necesario que fuera casi totalmente generada por computadores con un realismo nunca antes logrado (ahora no sería solo un personaje como Gollum en El Señor de Los Anillos, sería un planeta completo). ¿Valió la pena el esfuerzo? Con creces.

Primero se puso a reinventar la cámara de cine. Esta debía ser estereoscópica para poder capturar imagenes lo más cercano a como lo hace el ojo humano, pero no existían las cámaras y mucho menos los cines para proyectarlas. Así que le pidió a Sony que fabricara una cámara que no existía. Convenció a algunos amigos para que filmaran películas en 3D y el hizo lo mismo con algunos documentales. Luego fue necesario reinventar los cines. Durante 2005 Cameron personalmente se puso a recorrer eventos de la industria tratando de convencer a los cines para que instalaran proyectores capaces de reproducir estos primeros filmes. A fines de ese año, sólo 79 cines en el mundo tenían la tecnología. Hoy hay más de 5.000 cines en el mundo capaces de proyectar 3D — no sólo eso, la tecnología 3D ha terminado siendo el salvavidas de los cines en una época en que las personas consideran más cómodo y más barato descargar la película y verla en su casa.

Con la cámara y los cines reinventados, finalmente la tecnología existía para poder realizar su película. También el poder de procesamiento de los computadores había llegado al nivel suficiente para poder reproducir con realismo el planeta de Pandora, donde sucede toda la historia de Avatar. Pero faltaba un detalle, como cualquiera que haya visto Beowulf puede comprobar, la actuación de personajes creados por computador esta lejos de ser creíble. ¿Cómo podría Cameron dirigir correctamente la actuación de un personaje vestido con un traje de lycra negro dentro de una sala verde? Era necesario nuevamente inventar algo que no existía: La Cámara Virtual. Tomando la información obtenida desde los capturadores de movimiento (o “performance capture” en este caso), esta es procesada en tiempo real por una granja de computadores que le entrega a Cameron — directamente en el set — una previsualización de como se vería la imagen final (con las texturas, luces, fondos, formas, todo). Si Cameron mueve la pantalla de la Cámara Virtual, esta funciona igual que una cámara tradicional, reinterpretando la imagen desde el punto de vista que apunta la cámara. Realidad aumentada, pero de verdad.

¿Reinventó el cine? Bastante. La película es una orgía de colores, formas y sensaciones que te van a dejar con una sobredosis de dopamina. Si la mayoría de las películas que intentan reproducir la realidad te dejan con la sensación de que “cada vez estamos más cerca”, Avatar es una película que muestra una realidad tan extraordinaria, que el mundo real casi parece ser bidimensional.

Apenas aparecieron los créditos al final de Avatar, tuve que salir corriendo y subirme a mi moto. Segundos después estaba zigzagueando por las calles de mi ciudad, imaginando la sensación que vive un Na’Vi al volar sobre un Ikran. ¿Si acaso la película es inmersiva? Totalmente, por lo que no puedo dejar de recomendar que debe ser vista en 3D — aunque si hay algo que todavía deben resolver, son los subtítulos en 3D, aunque es interesante que ciertas cosas floten por delante o detrás del texto, es lo único que perjudica la inmersión total.

PD: No he hecho ninguna mención a la historia, porque aparte de no querer divulgar ningún detalle, es mi creencia que todo esto no valdría de nada si la historia no fuera buena… y lo es. Si cuando chico quería ser un Jedi, ahora quiero ser un Na’Vi.

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